Myanmar, la joya asiática desconocida

Reconozco que cuando mi chico me propuso viajar a la antigua Birmania, la idea no me entusiasmó lo más mínimo. Para mí era un país completamente desconocido y se me ocurrían otros destinos asiáticos mucho más atractivos. Por qué no Vietnam, Camboya o Tailandia? Pero no, él erre que erre con Birmania…

Así que nada, viendo que no le iba a convencer, me puse a indagar en internet para ver qué tenía de especial. Y no tuve que dedicar mucho tiempo para descubrirlo, esa es la verdad.

Myanmar tiene todo lo que el auténtico viajero puede buscar, es uno de los pocos países asiáticos que a día de hoy no se ha contagiado de las costumbres y hábitos occidentales, que mantiene intacta su cultura, su forma de vida, el carácter de sus gentes. Hay que tener en cuenta que permaneció cerrada al turismo hasta hace muy pocos años y que la apertura de sus fronteras al extranjero es reciente, y eso se nota muchísimo. Aquí la inmersión en la cultura budista es total.

Photo by Stefan Munder on Foter.com / CC BY

Si me preguntaran por qué hay que visitar Myanmar yo diría que sobre todo por su gente. Para mí ha sido el mayor descubrimiento. El birmano es un pueblo extraordinariamente amable, acogedor, educado, respetuoso. No existe la picaresca en ellos, nunca van a intentar engañarte, todo lo contrario, siempre les encontrarás dispuestos a ayudarte, aunque sean incapaces de entender ni una palabra de lo que les dices.

Photo by Marc Veraart on Foter.com / CC BY

Es quizás otra de las cosas que me ha encantado de esta experiencia, tener que hacerte entender con sus gentes con el lenguaje universal de los signos, de los gestos, del ingenio…Porque te lleva a vivir experiencias muy curiosas, a veces divertidas, otras desesperantes, pero siempre enriquecedoras. Y es que tenéis que saber que muy pocos birmanos son capaces de defenderse en inglés. Ni siquiera en los lugares turísticos, hoteles, monumentos, consigues encontrar gente con un buen dominio del idioma. Tan solo los guías más jóvenes se empiezan a manejar bien con el turista.

Pero la falta de soltura con el inglés, el birmano la suple con su sonrisa, con su saludo alegre, su «Mingalabaaaa» y hasta su «I love you», que es de lo poco que saben decir en inglés. Hasta en las zonas más pobres, que son las que más abundan en el país, verás siempre a la gente sonreír, siempre..

Eso en cuanto a sus gentes, pero Myanmar ofrece, por supuesto, muchas más cosas. Naturaleza y paisajes espectaculares, monumentos, gastronomía, cultura y experiencias, sobre todo experiencias, que es para mí lo mejor que puede ofrecerte un destino.

Pero no me enrollo más y os cuento ya como transcurrió nuestro viaje.

DÍA 1. MADRID- ABU DABHI- BANGKOK – MANDALAY

Nuestro viaje arranca en Madrid con un vuelo de la compañía Etihad que hace escala en Abu Dabhi y nos lleva hasta Bangkok. Desde la capital tailandesa cogimos otro vuelo de la compañía Air Asia hasta Mandalay, la que fuera antigua capital birmana. Tengo que decir que la experiencia con Etihad fue magnífica y que sin duda volaremos muchas veces más con esta compañía. Ofrece precios más que competitivos y el servicio que presta es de primera.

Os cuento que la mayoría de la gente entra en Myanmar por Yangón, pero nosotros decidimos organizar el viaje a la inversa y creo que acertamos.

Una cosa importante, el visado para entrar en el país. Los españoles no necesitan gestionar el visado antes de llegar a Myanmar, pero ésto muchos trabajadores de las compañías aéreas lo desconocen. Es posible que os pase como a nosotros, que cuando íbamos a embarcar en el vuelo desde Bangkok a Mandalay nos encontramos con que no nos dejaban subir al avión por no tener el visado. Tuvimos que explicarles que a los españoles no se les exigía y que lo tramitaríamos a la llegada a Mandalay (on arrival). Lo estuvieron consultando con sus mandos y a través de internet y tuvimos que demostrar que teníamos un billete de salida y disponíamos de los dolares necesarios «en cash» para pagar ese visado, 50 dolares. Finalmente pudimos volar y gestionamos el visado nada más llegar al aeropuerto.

MANDALAY

Os aconsejo que cuando lleguéis al aeropuerto os compréis una tarjeta de teléfono para poder disponer de internet durante el viaje, nosotros adquirimos la de la compañía Ooredoo. También es super recomendable bajarse la aplicación de Grab, el equivalente a Cabify o Uber. Es muy económico y funciona bastante bien. Otra aplicación muy útil es Maps.Me, para tener acceso a mapas y navegador sin tener que conectaros a internet.

Como os digo nuestra primera toma de contacto con Myanmar fue Mandalay y la verdad es que la ciudad me gustó mucho. El trayecto desde el aeropuerto hasta nuestro hotel fue increíble, ver ese caos de tráfico en el que vive inmersa la ciudad, sin semáforos, con cientos de motos tocando el claxon sin parar, en una especie de coreografía improvisada pero perfecta en ejecución. Ese bullicio en las calles, en una ciudad que vive de puertas para afuera, donde la vida transcurre en el asfalto, se come, se compra y hasta se duerme en la calle.

Después de dejar las mochilas en el hotel y a pesar de estar agotados, fueron casi 20 horas de aviones, nos tiramos literalmente a la calle. Lo primero que hicimos fue buscar una moto de alquiler, sin duda la mejor forma para moverse en Myanmar. Como era media tarde solo conseguimos encontrar una vieja moto de marchas, pero decidimos que no había tiempo que perder y nos la llevamos puesta. Descubrir el país en moto es, sin duda, una de las cosas que más recordaremos de este viaje. No solo por la aventura constante que implica sobrevivir a ese caos de tráfico, sino por la libertad de movimiento que te proporciona.

Alquilar una moto en Birmania es muy fácil, encontrareis múltiples opciones a unos precios más que económicos. Tan solo os pedirán un documento de identificación como prenda, que recuperareis cuando devolváis la moto. Yo, como llevaba el pasaporte, decidí dejar mi DNI. Para que veáis hasta qué punto os podéis fiar de la gente de allí, el propietario del establecimiento tenía decenas de DNIS de turistas, allí nadie teme que los vayan a extraviar.

Nosotros alquilamos nuestra moto en Mandalay Motorbike Rental and Tours, por menos de 10,000 kyats al día, unos 6 euros aproximadamente.

Una de las visitas más habituales de Mandalay suele ser al Palacio Real, el último palacio de los reyes birmanos, pero en la preparación del viaje estuvimos indagando y decidimos que llevaba mucho tiempo la visita y que para nosotros era prescindible. No le encontrábamos mucho interés.

Palacio Real

MONASTERIO DE TECA

Nuestra primera visita en Mandalay fue al Monasterio de Teca. Siempre voy a recordar ese trayecto en moto, nuestro primer contacto real con la ciudad, la gente nos saludaba sin parar, nos pitaban, se reían al vernos intentando hacernos con los mandos de esa dichosa moto de marchas. En ese trayecto descubrí que en Birmania la moto es un medio de transporte multiusos, que puede transportar hasta a 5 personas si te organizas bien y todo tipo de mercancías. Que los cascos son pura decoración para ellos y que los bebés pueden ser amamantados mientras los transportan casi en volandas.

Monasterio Shwenandaw

Una vez que llegamos al monasterio adquirimos en ventanilla una entrada conjunta con la que se pueden visitar algunos de los principales monumentos de la zona, la Mandalay Archaeological Zone Combo Ticket, cuesta 10,000 kyats, unos 6,5 euros, y es válido para 5 días. Da acceso a distintos monumentos, como el Palacio de Mandalay, el Templo Shwenandaw Kyuang, la Pagoda Kuthadow, el Museo Cultural de Mandalay y ciertos lugares en Inwa y Sagaing Hill. Debéis guardarla para poder mostrarla luego en las distintas visitas, aunque a nosotros solo nos la pidieron una vez.

A la salida del Monasterio empezó a diluviar así que cogimos la moto y nos refugiamos en el primer sitio que encontramos donde se podía tomar algo a cubierto. Una especie de caseta de feria donde un señor y su hijo veían la tele tranquilamente.

Es importante que llevéis siempre un chubasquero en la mochila porque las tormentas repentinas son muy frecuentes. Nosotros aprendimos la lección ese día y ya no volvimos a salir sin él.

Volviendo a la caseta de feria, esa fue nuestra primera cerveza birmana con cacahuetes picantes, el aperitivo clásico de los myanmarenses y la verdad es que nos supo a gloria.

Cuando la tormenta amainó un poco volvimos de regreso a la ciudad para cenar algo rápido, (fuimos a un restaurante de sushi que encontramos en internet, Hanayakiniku.com ) y descansar del viaje. Teníamos intención de subir a Mandalay Hill a contemplar la puesta de sol y visitar la Pagoda Su Taung Pyae, pero la noche se nos echó encima y ya no fue posible.

Para ser las primeras 24 horas de nuestro viaje ya las habíamos aprovechado bastante bien.

DÍA 2. EXCURSIÓN A LAS CIUDADES ANTIGUAS DE MINGUN, INWA Y SAGAING

Los días en Myanmar empiezan muy temprano, a las seis de la mañana ya habíamos desayunado y estábamos listos para coger la moto y visitar las antiguas ciudades de Mingun, Inwa y Sagaing. (Amarapura también suele formar parte de este recorrido pero yendo en moto no nos daba tiempo a ver todo en un día y lo tuvimos que descartar).

Si no os atrevéis con la moto podéis hacer esta excursión en barco. Para ello tenéis que llegar hasta el Puerto Mandalay Jetty al oeste de la ciudad. Los barcos salen cada mañana a las 9 y regresan a Mandalay a las 12.30. El trayecto en barco dura una hora por lo que tendréis poco más de dos horas para ver Mingún. El trayecto cuesta 5 mil kyats, 3,20 euros ida y vuelta. El resto de excursiones las podéis hacer en coche desde Mandalay.

A nosotros nos gusta explorar los lugares por nuestra cuenta, así que nos trazamos un itinerario en el móvil y lo fuimos siguiendo en nuestra moto. Ya os he comentado que para mí uno de los mayores aciertos de este viaje fue utilizarla como medio de transporte, no solo por la independencia que te da, sino por las experiencias que vives. Y en esa moto de marchas recorrimos los casi 40 kms que separan Mandalay de Mingun, poco más de una hora de trayecto. Decidimos empezar por ahí para ir haciendo el resto de paradas en el viaje de regreso.

Hay muchas cosas que visitar en estas tres ciudades, muchos templos y pagodas, pero nuestra intención en esta jornada era dejarnos llevar e ir descubriendo un poco sobre la marcha, sin más pretensiones que disfrutar de todo el trayecto y de las gentes de estos entornos rurales.

El trayecto en moto por pueblos y aldeas es uno de los recuerdos más bonitos que nos quedan de este viaje. Celebraban en esos días el festival de la luna llena de noviembre, que en el calendario budista marca el final de la estación de lluvias. Los agricultores celebran este festival con ofrendas a Buda en los templos principales y según pudimos comprobar, también es habitual que los aldeanos salgan a la carretera a pedir ofrendas a los viajeros. En el camino encontramos filas y filas de niños y mayores recibiéndonos a la entrada de las aldeas haciendo sonar las monedas en sus cuencos de metal.

MINGUN, Mingun Paya

Nuestra primera parada fue la pagoda inacabada de Mingun, la Mingun Paya, que se hubiera convertido en la más grande del mundo si no se hubiera interrumpido su construcción en 1819, al parecer por la superstición del rey que la mandó construir, que confió en las advertencias de su astrónomo: «el fin de la construcción de la pagoda significaría también el final de la dinastía birmana». El rey murió y así se quedó.

Los daños que sufrió su estructura tras el enorme terremoto de 1839 la hacen aún más espectacular. Como todos los templos y pagodas de Myanmar hay que recorrerla descalzo y adecuadamente vestido, (hombros y piernas deben ir cubiertos, en muchos templos disponen de longyi, el típico pareo birmano, que se puede adquirir por un módico precio).

Mingun Paya

Un inciso, antes de llegar a la pagoda hay una especie de check point donde tuvimos que parar para comprar un ticket de acceso que nos costó 5000 kyats, 3,50 euros por persona.

La campana de Mingun

Es otro de los atractivos de este lugar, encontrareis a muchos visitantes haciéndose fotos y golpeándola, pero para nosotros fue una curiosidad sin más. Al parecer fue construida con la intención de que coronase la pagoda inacabada y en terminarla emplearon nada menos que dos años.

Se trata de la campana más grande del mundo en funcionamiento, tiene 3.65 m de altura, 15 metros de diamétro y pesa 90 toneladas.

Pagoda Hsinbyume

Después de visitar el templo inacabado, sin duda lo más destacable de Mingun es esta inmensa pagoda blanca, la Hsinbyume pagoda. Junto a los templos de Bagan, ésta era una de las imágenes que más habíamos visto mientras preparábamos nuestro viaje a Myanmar y la verdad es que no decepciona.

Pagoda Hsinbyume

Esta pagoda construida en 1816 se eleva sobre siete terrazas onduladas que representan las siete cordilleras que rodean el monte Meru, montaña considerada sagrada por la cultura budista.

Merece la pena recorrer sus escalones y terrazas y aprovechar para hacer fotos, el resultado es realmente espectacular. Justo enfrente de la fachada principal encontrareis un restaurante muy acogedor donde poder parar a comer o tomar un refrigerio, «Maison de Myat». Es lo que hicimos nosotros antes de continuar nuestro viaje hacia la siguiente parada, Sagaing.

De camino al aparcamiento donde habíamos dejado la moto nos encontramos con un puesto de comida que nos llamó mucho la atención, había una señora friendo algo en una sartén, que si no eran tortillitas de camarones, se le parecían mucho. En Myanmar es imprescindible probar la comida callejera así que nos lanzamos directos a la degustación y triunfamos, estaban de muerte!

SAGAING

A unos 20 km al suroeste de Mandalay se encuentra Sagaing, con varias colinas llenas de pagodas y numerosos monasterios budistas. Ascendimos a duras penas con la moto hasta la Umin Thonze Pagoda desde donde se pueden contemplar unas vistas impresionantes.

Esta peculiar pagoda se caracteriza por su forma de media luna, con 45 imágenes idénticas de Buda en su interior. No es un lugar muy frecuentado por los turistas y se puede disfrutar del paisaje en calma, contemplando las rutinas de los monjes que la habitan.

AVA O INWA

Nuestra última parada fue para mí la más sorprendente de esta jornada. Habíamos leído mucho sobre los tesoros que escondía la vieja ciudad en ruinas de Inwa, que fue capital del imperio birmano durante 360 años, pero la experiencia superó con creces nuestras expectativas.

La ciudad, en ruinas desde el terremoto de 1839, solo es habitada por unos pocos agricultores que trabajan sus campos y por aquellos que se dedican a llevar a los turistas en sus coches de caballos.

Para llegar a Inwa se puede coger una barca en la que también se puede transportar la moto, o llegar por carretera cruzando un puente situado al sur de la ciudad. El transporte en barca nos costó 400 kyats que son 0,26 euros.

La lluvia nos sorprendió en el trayecto y acabamos empapados recorriendo los senderos embarrados intentando buscar un templo en el que refugiarnos. Pero no nos desanimamos y decidimos continuar con cautela, (la isla solo se puede recorrer en moto, bicicleta o en coche de caballos).

Hay tres puntos de interés en Ava,:

  1. El monasterio de teca
  2. Yadana Hsimi,
  3. Monasterio Maha Aungmye Bonzan

Nosotros hicimos una rápida visita al monasterio de teca y nos detuvimos mucho más en el Yadana Hsimi.

Pero antes de llegar se produjo una de las anécdotas más divertidas de este viaje y que explica a la perfección el carácter increíble de los birmanos. Nos quedábamos sin gasolina en la moto y había que buscar un lugar para repostar, tarea que ya sabíamos, no era fácil. Después de recorrer unos kilómetros por fin localizamos a un lado del camino una ristra de botellas de plástico con un líquido amarillo, paramos pero no había nadie que nos atendiera. Finalmente un niño se acercó y por señas le explicamos que queríamos una botella. El niño empezó a gritar en dirección al jardín de una casa donde vimos que había una señora que se estaba bañando en una especie de barril. Ni corta ni perezosa la señora se levantó de aquél cubo hecha una burbuja humana y tal cual vino a vendernos la gasolina. Apenas le cubría el longyi, pero ella no parecía muy preocupada, ni en eso, ni en mi cara de alucinada viendo a esa espuma humana moverse a toda velocidad. Fue uno de los momentos más surrealistas y divertidos de este viaje.

YADANA HSIMI

El Yadana Hsimi es sencillamente un lugar mágico, creo que las imágenes hablan por sí mismas…

YADANA HSIMI

El tiempo se detuvo literalmente en este lugar durante el terremoto de 1839 dejando en ruinas estos templos solo ocupados ahora por la vegetación. Es fácilmente reconocible por la figura del Buda entre las columnas, es una de las instantáneas que más se repiten en las redes sociales, especialmente en Instagram.

Pero más allá de su evidente fotogenia, Yadana Hsimi invita a detenerse durante un tiempo, a respirar profundo, conectar con el lugar e intentar imaginarlo en todo su esplendor.

MONASTERIO MAHA AUNG MYE BON ZAN

Continuamos la marcha por los senderos, algo perdidos en realidad, hasta que casi por fortuna nos topamos con la joya de la corona de Ava, el monasterio Maha Aung Mye Bon Zan, una impresionante joya arquitectónica del 1818. Merece la pena dedicar un rato a recorrerlo y contemplarlo con tranquilidad.

monasterio Maha Aung Mye Bon Zan

La tarde se nos echaba encima y para no perder más tiempo decidimos iniciar el camino de regreso directamente en moto. Queríamos llegar antes del anochecer para contemplar la puesta de sol desde el famoso U Bein Bridge, el puente de madera de teca más antiguo del mundo y en su momento también el más largo. Pero no conseguimos llegar a tiempo y decidimos regresar a Mandalay directamente. La segunda puesta de sol que nos perdíamos…pero teníamos claro que en Bagan nos íbamos a resarcir.

Era nuestra última noche en Mandalay y decidimos buscar un sitio algo más especial para cenar. Dimos en internet con la terraza de un hotel que tenía muy buena pinta, la Wave Rooftop Bar, y la verdad es que fue todo un acierto. La comida estaba deliciosa, el ambiente era muy agradable y el precio incluso más barato de lo que esperábamos. ( Sabed que en Myanmar todo es muy barato, especialmente la comida).

Me hubiese gustado disponer de algo más de tiempo para descubrir con calma Mandalay, porque debo reconocer que, no siendo una ciudad deslumbrante en belleza, tiene su encanto. Os recomiendo que le dediquéis al menos dos días completos, porque solo en la excursión a las ciudades antiguas ya emplearéis toda una jornada.

Wave Rooftop Bar

A continuación os dejo un mapa de Mandalay y las ciudades antiguas con los marcadores de los principales puntos de interés. A nosotros nos resultó de mucha utilidad.

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Antonio dice:

    Genial el post y espectaculares las fotos! Ha sido como estar viajando con vosotros, justo ahora cuando tanto lo echamos de menos y tanto nos hace falta! Ojalá y podamos visitar pronto todos esos sitios!

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  2. Isaac dice:

    Si cierras los ojos y te acuerdas del post . ESTAS VIENDO ESOS LUGARES .
    Me ha encantado el lenguaje universal del ingenio .
    Gracias !!!

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  3. Lidia dice:

    Me has hecho viajar por los mismos lugares que pisaron tus pies descalzos…
    una maravilla de post y de info para cuando vaya!!
    Seguiré atenta a más publicaciones!!!

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